Hace muy poco hablábamos de los elementos que hacen que una cama de hotel sea genial, y de cómo podemos reproducir estos detalles en nuestro propio dormitorio. Pero hay otra parte fundamental en la que vamos a profundizar hoy: hacer nuestra cama.
Y es que el hecho de hacer la cama, algo que en un principio podría resultar tedioso y poco agradecido, puede acabar convirtiéndose en un hábito que nos lleve a lograr una rutina muy positiva en nuestro día a día. Una manera de centrarnos y de prestar algo más de atención a los detalles, al tiempo que nos cuidamos un poquito más.
Lo primero de todo es no aspirar a lograr una cama perfecta. Lo importante es que nos resulte agradable y cómoda en todos los sentidos, no hace falta que la dejemos como si fuese a protagonizar la portada de una revista. Además, aunque establezcamos una rutina como pretendemos, no siempre dispondremos del mismo tiempo para hacer la cama. Pero vamos a usar bien esos minutos para buscar el equilibrio en nuestro dormitorio y disfrutarlo más.
Otro factor importante si buscamos que nuestra habitación invite a la paz, a la relajación y al descanso, es no mezclar ni tener a la vista elementos que nos recuerden o lleven al desorden (ropa sucia, zapatos descolocados, cables para cargar el teléfono o el ordenador portátil…). Todos estos detalles nos acaban distrayendo negativamente, así que procuremos no tenerlos a la vista.
Planchar las sábanas
Si el tiempo nos lo permite, merece la pena planchar ligeramente las sábanas, poniendo siempre especial atención a las fundas de las almohadas. Veréis como la diferencia salta a la vista, ¡pero también al tacto! Es una sensación muy agradable. De cualquier modo, si no tenemos tiempo para planchar las sábanas al completo, siempre podemos planchar únicamente la parte superior.
Mantener el edredón mullido
Y si toca usar edredón para que nuestra cama sea más calentita, es muy importante que éste se mantenga mullido y esponjoso. Conseguirlo no es cuestión únicamente de escoger con qué productos lo lavamos, porque es igual o más importante coger por costumbre el agitarlo con fuerza y recolocarlo cada pocos días. De esta manera las fibras interiores quedarán bien distribuidas, sin aglomerarse en una esquina o en una parte concreta.
Alíate con mantas y colchas
E independientemente de que estemos utilizando un edredón o no, una manta siempre transmitirá una sensación acogedora, cálida y una mayor textura a nuestra cama. Por otro lado, siempre es interesante dar un toque decorativo o más personal colocando una colcha o un bouty. Uno que realmente encaje con nuestra personalidad y con lo que queremos que transmita nuestro dormitorio nada más entrar al mismo. Además, resulta genial para cuando queremos tumbarnos en la cama, pero en vez de dormir, queremos relajarnos, leer, escuchar música, ver la televisión…
Dobla según tu estilo y comodidad
A la hora de doblar las esquinas, tenemos que ser prácticos. Se trata de nuestra cama y nadie mejor que nosotros sabrá mejor cómo nos resulta más cómoda. Tenemos que doblar la cama en función de lo que nos resulte más cómodo y práctico, sin prestar tanta atención a cómo quedará. Es más, algunos matrimonios difieren respecto a sus gustos, y cada cual prefiere tener su lado de la cama de una manera determinada. ¡Sin problema!
Escoge y ordena tus almohadas
Algo similar sucede con las almohadas. Hay quién prefiere de un tipo, y hay quién prefiere de otro, o directamente dos almohadas en vez de una. Si usamos almohadas más pequeñas y divididas, será la única manera de que “llueva al gusto de todos”. También es importante, por lo que comentábamos de mantener el orden, retirar las almohadas o cojines que no vamos a utilizar siempre en un lugar concreto, no en el suelo ni tiradas por ahí. Que no nos molesten, y que queden lo más apiladas posibles.
Una vez adquirido el hábito de hacer la cama prestando atención a los detalles y a nuestros gustos, comprobaréis que merece la pena.
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