La primera impresión es sumamente importante. ¿Sabíais que nuestro cerebro toma decisiones sobre la primera impresión de algo, tardando menos de siete segundos?
A veces lo llamamos intuición, pero lo cierto es que nuestro inconsciente atribuye rasgos en base a pequeños elementos de señales recibidas, que no siempre tienen que guardar una relación lógica.
Solemos centrarnos en esto cuando nos preparamos para una entrevista de trabajo, para conocer a alguien o si queremos causar una buena impresión. Con las estancias pasa exactamente lo mismo.
Tu espacio de trabajo o tu casa, también producen primeras impresiones que de manera intrínseca asociarán a ti. Una mesa desordenada, cristales sucios, plantas descuidadas… Todo esto da una imagen pésima y crea rechazo. En cambio, si queremos dar una primera impresión positiva, el orden y la limpieza son primordiales. Pero si vamos más allá, hay otras pequeñas pautas que podemos potenciar.
Unas fundas de sofá, cojines lisos o unas mantas de terciopelo adecuadas, invitan al descanso, al confort, resultan acogedoras y dan una imagen agradable y amable.
Un plaid multiusos en la cama sin arrugas, con colores alegres o claros, siempre en función de tu estilo, da un toque de personalidad al cuarto.
Cuida tus plantas, y si por algún motivo son artificiales, elige de buena calidad. Unas plantas que a primera vista se percibe que son de plástico, generan más la sensación de baja calidad y poca elegancia.
Un detalle sutil pero seguramente el más potente de todos, es el aroma. Determinados aromas te transportan instantáneamente a un estado de ánimo concreto. Difusores, velas aromáticas e inciensos de calidad le darán un toque distinguido a tu hogar y potenciarán tu estilo personal.
Ten la entrada siempre despejada y ordenada. Utiliza una bandeja o reposallaves para tener todo a mano y dar la sensación de orden, con una luz y olor agradable. Si se trata de un lugar de trabajo puedes adaptar estos detalles sin sobrecargar.
Algunos dulces en un pequeño recipiente, un espejo bien iluminado (a la gente nos encanta observar nuestro propio reflejo, aunque sea de manera inconsciente, nos da seguridad y sensación de que no hay nada que ocultar), jabón de manos agradable en el baño junto a crema de manos al alcance del invitado/a… Son pequeños detalles que potenciarán nuestros rasgos y crearán una atmósfera acogedora.
Lo más importante en las primeras impresiones es la sinceridad. No intentes ser alguien que no eres o aparentar algo que no se da de forma natural en tu vida. Por buena que sea una primera impresión, si posteriormente en un ambiente de más confianza no se mantiene cierta coherencia, de nada habrá servido esa primera impresión.
No se trata de ser impecable, se trata de mejorar lo que quieres transmitir con sinceridad. Si por ejemplo tienes animales en casa, es natural que en tus cojines y en tu ropa haya algún pelo. Sin llegar a ser descuidado, no hace falta que esté impoluto, forma parte de tu vida y quién quiera tener una relación más cercana contigo, es mejor que lo entienda de un primer momento. En las casas con niños pequeños sucede algo similar. Una casa con niños que está impecable realmente no produce una buena imagen, pese a lo que podría pensarse. Los niños corren, juegan, mancha… Una casa con niños es una casa con vida. Si no hay juguetes en el salón o cuentos en rincones inverosímiles, algo falla. Se puede tener orden dentro del caos, pero si en la casa viven niños, no se debe hacer ningún esfuerzo por ocultarlo. Forman parte de nuestro contexto actual y en cierto modo le da un carácter más expresivo a la casa. Eso sí, los juguetes en cajas, ordenados en una estantería o en algún arcón, no por el suelo o en montañas.
Explora, potencia los detalles y transmite tu verdadera esencia. Habrá a quién no le guste o no le llegue, pero también habrá a quién enamores con tu autenticidad.
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