¿Hay alguien a quién no le encanten las toallas realmente suaves y esponjosas? Porque hay pocos placeres en este mundo comparables con el hecho de secarse con ellas después de una ducha o de un baño. Y cuando están recién lavadas, ¡mejor que mejor! Vamos a ver cómo podemos cuidar nuestras toallas favoritas para hacer que se mantengan realmente suaves y frescas.
En primer lugar, en el caso de que acabemos de estrenar nuestras toallas y nos preocupase que puedan soltar alguna pequeña pelusa, tenemos una solución bastante sencilla para ello: antes de utilizarlas por primera vez, podemos dejarlas en remojo en agua a temperatura ambiente, con una pizca de sal, añadiéndola también un poquito de zumo de limón o de vinagre.
Y siempre que terminemos de secarnos con ellas, las dejaremos colgadas un poco para que no estén tan húmedas, antes de meterlas en el cesto de la ropa sucia. De esta manera evitaremos que las toallas acaben cogiendo malos olores.
Pequeños trucos a la hora de lavar las toallas
Vamos a ver algunos sencillos truquitos a la hora de lavar nuestras toallas. Si éstas cuentan ya con algún tiempo a sus espaldas y queremos revitalizarlas, no hay nada tan sencillo como añadirle un poco de bicarbonato en el momento de meterlas en la lavadora. Eso sí, cuando lo hagamos, ¡no intentemos plancharlas luego!).
Con respecto al detergente que podemos emplear para lavarlas, intentaremos siempre que sea un detergente suave. ¿Y qué pasa con el suavizante? Pues que será preferible evitarlo y no hacer uso de ninguno, ya que el suavizante provoca que las toallas disminuyan su capacidad de absorción. Además, con el paso del tiempo, el suavizante también las acaba volviendo más ásperas. De la misma manera, también es conveniente evitar el uso de lejía.
Siempre que nos sea posible, conviene que lavemos las toallas con otras prendas de colores similares, sin recargar en exceso el tambor de nuestra lavadora. Eso sí, evitando en la medida de lo posible lavarlas junto a prendas con cremalleras o con botones en los que puedan quedar enganchadas nuestras toallas.
Para evitar que nuestras toallas se acaben deformando o incluso encojan, es conveniente lavarlas siempre a temperatura templada.
Consejos para secar nuestras toallas
Una vez hayamos lavado nuestras toallas, el siguiente paso es secarlas. En el caso de que dispongamos de una secadora, ésta será siempre la mejor manera de secarlas. Es interesante secarlas a baja temperatura, e incluso retirar las toallas de la secadora cuando aún están un poco húmedas.
Si hacemos esto podremos colgarlas y airearlas posteriormente, logrando un resultado estupendo. En cualquier caso, independientemente de que utilicemos secadora y luego las tendamos o directamente prescindamos de la secadora, lo mejor es tenderlas en un punto en el que de sombra y al mismo tiempo estén aireadas. No importan que tarden más en secarse. Si las secamos directamente al sol, luego quedarán más resecas (¡evitemos las pinzas siempre que sea posible!).
Una vez estén secas, podemos doblarlas cuidadosamente y, si queremos un resultado todavía más esponjoso y espectacular, podemos pasar las toallas por la plancha.
Si nos apetece que nuestras toallas tengan algún olor especial, siempre podemos pulverizar nuestro aroma favorito a la hora de guardarlas.
Si hemos tenido el gusto de adquirir unas toallas de buena calidad, deberíamos tomarnos la molestia de cuidarlas para que estén perfectas durante el máximo tiempo posible. Con los cuidados apropiados, unas buenas toallas pueden conservar su suavidad y su textura esponjosa durante bastantes años.
Es cierto que una toalla superior puede requerir algunos cuidados adicionales, pero estamos seguros de que el resultado merecerá la pena.
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